
Imagínate que estás en un desierto muerto de sed y que lo único de lo que dispones es de un pozo de agua contaminada. ¿Qué harías? Tu solución es letal, pero es la única que dispones para no morir. Una paradoja.
Un síntoma es eso, una necesidad que puede ser letal, un intento de solución a algo para lo que la persona no dispone de mas recursos.
La ansiedad, la depresión, las adicciones, los trastornos de la conducta alimentaria, etc son intentos de solución a conflictos internos, normalmente de raíz vincular, para los que la persona no dispone de herramientas y estrategias mas sanas de resolución.
Tratar los síntomas como enfermedades, cuyo concepto simboliza pasividad, no agencia, no responsabilidad, favorece la cronocidad del síntoma y promueve sus recidivas. Tratar al síntoma desde una orientación exclusivamente conductual que incida únicamente en la erradicación del síntoma es dejar al sujeto en una suerte de caída libre donde no hay red.
Un síntoma NUNCA es un sin sentido. SIEMPRE funciona como una suerte de supervivencia, aunque, paradojicamente,nos pueda llevar a la muerte. Es una lucha por la adaptación, que aunque pueda parecernos irracional, tiene todo el sentido para la persona que lo necesita.
Por ello, es necesario un proceso psicoterapéutico que no empieze la casa por el tejado, sino que ayude al sujeto a tejer su propia red, con sus particularidades, pero con unas propiedades lo suficientemente flexibles para que soporten las caidas. Solo así, los síntomas dejarán de ser un intento de solución necesario.
